lunes, 10 de marzo de 2014

Jagannath, de Karin Tidbeck

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Army of Me de Björk (Spotify, Youtube).

Tengo la impresión de que con esta reseña no sólo voy a dar la nota discordante con respecto a la opinión casi unánime, sino que además voy a retratar mis carencias como lector (que son muchas y muy evidentes). Y es que no sólo no me ha gustado Jagannath, sino que es muy posible que no me haya gustado no por el libro en sí, sino por mi propia idiosincrasia.

Jagannath, que se publica hoy en nuestro país en una preciosa edición de Nevsky, es una colección de relatos que lleva mucho tiempo sonando con fuerza. De hecho, a uno de los primeros a los que oí hablar de ella fue a mi amigo Pedro Román, que incluso me cedió la versión en inglés de su entrevista con la autora para publicarla en este mismo blog. De esto ha pasado ya casi año y medio y durante todo este tiempo siempre he pensado que a mí también me iba a entusiasmar.

Lamentablemente, no ha podido ser. 

Es indudable que Jagannath es un libro que está muy bien escrito. Mis quejas (o mis problemas) no vienen por ahí. Mi imposibilidad de disfrutar de disfrutar estos relatos se ha debido a que, por más que lo he intentado, no he conseguido que me interesara, casi en ningún momento, lo que Tidbeck intentaba presentar.

Por un lado, y aunque los relatos tienen más diversidad que todo eso, la mayor parte de los temas de los cuentos de Jagannath proceden de la mitología nórdica, mitología (o más bien folklore) que desconocía completamente y que, por decirlo suavemente, me resulta bastante indiferente. Quizá los que estén familiarizados con las criaturas y tradiciones en las que se basa Tidbeck sean capaces de apreciar una intensa y sutil labor desconstructiva y de actualización de los mitos populares escandinavos. Por mi parte, este contacto con las temáticas fantásticas nórdicas me ha dejado bastante... frío.

Pero ese no ha sido mi principal problema al enfrentarme a los cuentos de Jagannath. Es muy cierto que no soy proclive a interesarme por mitologías o tradiciones exóticas, pero también es verdad que soy muy capaz de disfrutarlas en la obra de autores como Aliette de Bodard, Ken Liu o Benjanun Sriduangkaew, por mencionar sólo algunos. Mi principal dificultad ha sido que, a lo largo de casi todos los cuentos, he tenido la sensación de que Tidbeck no estaba contando nada. 

No pido que todas las historias se ciñan estrictamente al clásico presentación-nudo-desenlace, pero sí que haya un atisbo de trama, una tensión narrativa, una resolución de algún tipo. Cosas que, en la mayor parte de los cuentos de Jagannath, brillan por su ausencia. O que, al menos, yo no he sabido encontrar. La comparativa es un poco burda, pero aquellos que tengan hijos de corta edad y hayan sufrido interminables maratones de Clan TV creo que me entenderán: muchos de los relatos de este libro me recordaban en cuanto a carencia de estructura narrativa (y sólo en eso, creo que no hace falta aclararlo) a los episodios de Caillou. Son historias en las que se nos presenta a algunos personajes en una situación más o menos cotidiana, pasan algunas cosas no especialmente interesantes ni necesariamente coherentes y se acaban. Y ya. 

Sé que mucha gente me va a decir (porque ya me lo han dicho, de hecho) que no he leído bien el libro, que hay que "tener la mente más abierta", apreciar el surrealismo y la imaginación de la autora y abrazar lo extraño. Agradezco los consejos pero, sinceramente, no sé cómo se hacen esas cosas. Del mismo modo, supongo que habrá quien no sea capaz de valorar la belleza y profundidad de resultados como la no computabilidad de la constante omega de Chaitin o la existencia de grupos esporádicos simples de gran tamaño. Y, hasta donde yo sé, nadie se ha muerto por ello (¿o quizá sí?). 

Como decía al principio, parece que la mía no es una visión muy extendida. Es más, comienzo a sospechar que es única en el mundo. Si no, lean las entregadas alabanzas que a Jagannath le dedican Alexander Páez, Santiago Gª Soláns o el mencionado Pedro Román (quien, como es sabido, no se toma a la ligera eso de alabar un libro así porque sí). Pero por si en el mundo hubiera algún otro espécimen aquejado del cerrilismo hard crónico que a mí me atormenta (diagnosticado hace ya tiempo por un experto en la materia, no se crean) mi obligación moral es decir la verdad. Y la verdad es que no puedo, en modo alguno, recomendar Jagannath porque me ha parecido un conjunto de ocurrencias surrealistas carente de cualquier tipo de lógica o atractivo. Bebido este amargo cáliz, me retiro a la jaula blindada (de platónica y tranquilizadora forma cúbica) que he encargado construir para protegerme del chaparrón que a buen seguro me espera.

5 comentarios:

  1. Pues a priori podría interesarme, la verdad. Y no porque no confíe en tu criterio (que lo hago, palabra) sino porque todo eso de las mitologías rarunas me llama mucho. ¿Se puede leer algún relato "de gratis" en algún sitio para saber por dónde van los tiros antes de registrar mis bolsillos en busca de calderilla para contribuir a la jubilación de la señorita Tidbeck?

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  2. Algunos de los relatos están disponibles en inglés:

    http://www.lightspeedmagazine.com/fiction/augusta-prima/
    http://weirdfictionreview.com/2012/11/britas-holiday-village/

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  3. No estás solo, Odo. A mí me ha pasado lo mismo. No tengo ningún 'pero' para los relatos, salvo que no han conseguido engancharme. Quizás las primeras historias todavía logran un pequeño efecto en el lector, por la naturalidad con la que se introducen elementos fantásticos discordantes con el 'realismo' que refleja el estilo, pero leídos los primeros cuentos, el resto ya no causan esa sensación.
    Como historias surrealistas me parecen poco imaginativas, y como relatos de fantasía carecen de suficiente lógica interna como para querer seguir leyendo. Aún así, el libro es corto y no llega a hacerse pesado. Lo malo es que al cerrarlo me quedé como estaba. Seguramente no sea un libro para todos los lectores.

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    1. Las malas compañías te están arrestrando al lado oscuro, Sergio ;)

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