jueves, 21 de julio de 2016

Central Station, de Lavie Tidhar

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Jaffa Beach, de Kutiman (Spotify, YouTube).

Hace un par de meses, Antonio Díaz reseñaba en este mismo blog Central Station, de Lavie Tidhar, aumentando aún más las ganas que tenía de leer el libro. Ahora que he tenido la oportunidad de degustarlo, no sólo puedo confirmar que todo lo que decía Antonio es cierto, sino que he sentido la necesidad de escribir mi propia reseña para reflejas todo lo que disfrutado con este libro, aún a riesgo de caer en la redundancia.

Central Station es un fix-up de relatos, la mayor parte de ellos publicados con anterioridad en revistas como Clarkesworld, Interzone o Analog, y que han sido ligeramente reescritos para publicación en forma de novela. Sin embargo, sin saberlo de antemano, no resulta sencillo deducirlo porque la conexión entre todos los capítulos, a través de sus personajes principalmente, es perfecta, creando un conjunto de una coherencia global extraordinaria.

Precisamente éste es una de las primeras virtudes de Central Station: que es una obra en la que el todo es mucho más que la suma de sus partes. Había leído algunos de los cuentos, de forma independiente, con anterioridad, pero en este contexto cobran un sentido muchísimo mayor. Los pequeños detalles, las referencias compartidas, las acontecimientos que vuelven a visitarse desde otro punto de vista... todos esos elementos colaboran, como pequeñas piezas, para formar un gran mosaico de enorme belleza.

En ese sentido, podríamos decir que Central Station es, en cierto sentido, ciencia ficción costumbrista, un retrato de la vida alrededor de esa gran estación central en la que los numerosos personajes de la novela viven, luchan, aman y sufren cada día. Tidhar consigue, además, a través de pequeñas pistas, dotar de un gran realismo la sociedad que describe, creando casi una mitología propia, con su historia, sus lenguajes, su cultura y su arte. Poco a poco vamos oyendo hablar del actor Elvis Mandela, del detective ficticio Bill Glimmung, del escritor Lior Tirosh... algo que aporta una increíble profundidad al universo imaginado por el autor.

Central Station es, también, una novela sobre transformaciones. A lo largo de las historias nos vamos encontrando con personajes humanos y otros que, al menos en apariencia, no lo son tanto: robots, robotniks, strigois, cyborgs, Conchs, Others... Cada uno de ellos se encuentra en un paso diferente, muchas veces incluso en un camino diferente, en la evolución (¿o involución?) hacia el transhumano, pero en la mayor parte de las ocasiones sus motivaciones, sus sentimientos y sus pasiones son las mimas que las de los humanos de hoy en día o de hace mil años: el amor, el arte, la religión, la familia... son las cosas que les mueven y les hacen vivir día a día.

Otro aspecto que me ha encantado de Central Station es la cantidad de referencias a autores de ciencia ficción clásicos. En las páginas del libro nos podemos encontrar, de repente, con un pequeño guiño a Philip K. Dick, a Arthur C. Clarke, a Larry Niven, a Mary Shelley, a Cordwainer Smith... y, por supuesto, un enorme homenaje a Catherine L. Moore. Pequeños detalles que, si no se detectan, no influyen para nada en la lectura, pero que para el aficionado suponen un gesto de complicidad y una demostración de cómo Tidhar participa en el gran diálogo que es el género de la ciencia ficción.

En definitiva, una maravilla de novela que me ha encantado de principio a fin y que recomiendo totalmente. Tidhar ha hecho un increíble trabajo reflejando en Central Station una sociedad rica, viva y humana. Mañana, además, tendré la gran oportunidad de estar presentando al autor en el Festival Celsius 232 y, desde luego, pienso preguntarle un montón de cosas sobre este libro. ¡Me muero de ganas!

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